Quería encargarme de algún negocio pero de camino allí me di cuenta de que olvidé mis llaves en la oficina. Odio cuando eso sucede. Resultó que este era mi día de suerte porque en el camino de regreso conocí a este lindo corredor. Intenté hablar con él, pero al principio era un poco reacio. Pensó que era gay, y que no le gustaban mis cumplidos. Su actitud cambió dramáticamente cuando le ofrecí dinero. El tío sacó su polla y luego me siguió a mi oficina. Tenía que seguir dándole dinero para conseguir exactamente lo que quería. Me dio una buena mamada y luego metió mi polla caliente justo en su hermoso culo. Una vez que su agujero virgen fue estirado lo suficiente, lo puse en mi silla y lo golpeé duro. Llenar su linda boca con mi esperma añadió un buen toque final a este increíble paseo.