El sol se levantaba lentamente sobre la ciudad, dando todo un resplandor dorado. Los pájaros estaban cantando, la gente estaba empezando a despertar, y el parque estaba llegando a la vida. En un rincón tranquilo, dos figuras musculares estaban estirando, saltando y corriendo. Hugo y Damien eran habituales en este parque, y todos los conocían como atletas dedicados, siempre allí sin importar el tiempo. Ese día, al pasar por su rutina habitual, una mirada que intercambiaron volúmenes de habla. Una tensión palpable, una electricidad que los hizo brillar. Era más que una necesidad de estirar o correr, era un deseo ardiente que se había establecido entre ellos. En lugar de ignorar esta atracción mutua, decidieron actuar. En el borde del parque, había un pequeño camino que conduce a una cabaña abandonada. Lo habían utilizado como refugio en días lluviosos antes, pero hoy serviría un propósito completamente diferente. Sin una palabra, rápidamente se dirigían a la cabaña, sus manos cepillándose entre sí, sus alientos cada vez más pesados con cada paso. Una vez dentro, se enfrentaron mutuamente, reconociendo silenciosamente lo que estaba a punto de suceder. La ropa se cayó rápidamente, cada pieza se lanzó descuidadamente a un lado. Hermoso, cuerpos musculares, todavía caliente del ejercicio físico, mezclado en un baile apasionado. Damien ##39;s hands slid over Hugo golpe#39;s back, pulling him close, as Hugo let out a moan of appreciation. Se exploraron uno al otro, descubriendo cada cicatriz, cada tatuaje, cada imperfección. Era duro, era apasionado, era exactamente lo que necesitaban. Después de lo que parecía una eternidad, ambos colapsaron, agotaron pero satisfechos, acurrucados en el calor post-coital. El entrenamiento de la mañana había dado un giro completamente diferente, pero ni Hugo ni Damien se quejaban. Era una nueva dimensión de su amistad, un secreto compartido que sólo fortalecería su vínculo. Y mientras el sol continuaba subiendo en el cielo, se quedaban allí, se abrazaban...