Bajo el suave engaño del agua, las gotas bajan Viktor Rom plaga#39;s cuerpo esculpido. El vapor llenó el baño, creando un ambiente íntimo y erótico. Su imponente virilidad no pasó desapercibida, atrayendo todos los ojos. Cada detalle, cada vena prominente, demandaba atención. Junto a él, un hombre más joven, tímido e intrigado, observado discretamente, incapaz de mirar lejos. La sombra de una comparación cruzó su